El cementerio del castillo de If

Quizás porque mi niñez
sigue jugando en tu playa
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por dondequiera que vaya,
y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas.
[...]
tengo alma de marinero.
qué le voy a hacer, si yo
nací en el mediterráneo.
[...]
Ay, si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.
empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.
[...]

Como dejó escrito Machado:
Caminante, no hay camino
Sino estelas en la mar.

Estoy releyendo Campos de Castilla, y cada vez comprendo mejor mi poema favorito.
El Dios ibero aún espera ser tallado en el roble castellano.
Aún los dados de tahúr al viento rezan, blasfeman y alaban. Ni esta el mañana -ni el ayer- escrito.

Además, el abate Faria acaba de morir, y Edmond, navegante del Mediterráneo, acaba de descubrir que el cementerio del castillo de If es el mar. Ese cementerio es donde yo entierro todo lo importante, seguro que el oleaje me lo guarda. Y si lo saca a la superficie, será porque la marea es sabia y es tiempo de sacarlo del agua.