miércoles, 8 de mayo de 2013

El Bastón Rúnico

Dice la dragona "Me costó quererme, pero cuando lo hice se me fue de las manos".
Me hace gracia, porque resulta que un personaje que no conocen -ninguna de las dos, ni la Dragona ni la Dama- dice algo por el estilo cuando habla con Kuon.
Con mi parte idiota.

"-¿Nunca te miras al espejo y te sientes decepcionado contigo mismo? ¿Nunca piensas que no eres digno de amor?
-Mira que eres idiota. Una vez empecé a quererme, mi ego se desató y no volví a decepcionarme. Deberías probar alguna vez a romper el maldito espejo."


Porque es cierto que amo a Sihem y Kunal, a Kazoole, a Kuon. Pero estoy enamorada de dos personajes, uno que no puedo decir su nombre -al fin y al cabo, es uno de los secretos mejor guardados de esa historia, y Kuon siempre rabia por no poder insultarle con su nombre- pero que cuando ellas le conozcan, o lo amarán con locura o desearán lincharlo. Y él, el de la conversación. Ese bastardo malnacido solo fiel a sí mismo y al aire que sopla a su favor. El señor de la Orden de los Halcones, Séaghdha. A quien, si se tiene lo que hay que tener -o se es un suicida, como mi Kuon-, se le llama por su diminutivo, Sé. Jamás por alguna variante -Shay, Shea-, porque enloquece y no es agradable que te saquen los ojos con un abrecartas, no señor. Sé. /Sii/. Séaghdha. "Como halcón" o "admirable". El niño señalado, el niño que nació por designio de los dioses antiguos, los que ya casi han enmudecido. El de los ojos amarillos, el del pelo de punta con tacto de plumas. El que chilla como un ave rapaz, el que se mantiene vigilante entre las almenas del Castillo de Alta Sombra. Esperando. Esperando.
El que le mete los pescozones necesarios al trío de idiotas que forman el dragoncillo bicéfalo y el jinete.

Me hace gracia que diga algo parecido a lo que ha dicho MI Dragona. Sobretodo, porque Sé es más yo que cualquier otro personaje que jamás haya concebido mi mente. Sé es más yo casi que yo misma.
Sé es mi personaje, siempre, más allá de toda duda, y aunque el protagonista sea Kuon. Sé es Sé y soy yo.
Y cuando ellas lo conozcan van a decirlo. "Este gilipollas se te parece mucho".
Apuesto lo que sea.




Yo por ahora me entretengo ordenando los post-its de la historia, escuchando música, inscribiéndome a los exámenes. Maldiciendo la alergia -o el constipado de primavera, que hasta dentro de unos días no sabré exactamente cuál de las dos es-, las falsas alarmas de paperas que me hacen revisar mi calendario de vacunas previo mensaje de whatsapp desesperado a mi madre, y las llamadas desde el locutorio a mediodía para hablar con mi pequeñaja que no está en casa.
Tengo crisis de hermana mayor que echa de menos a la hermana pequeña. Y puede parecer típico, cursi, o lo que sea. Es así, soy así, soy yo y soy rara. Como ya dije en otra ocasión, rara quiere decir única. Y única, personal, auténtica. Así que me llamen rara, que será el mejor piropo que me puedan dar. Yo rompí el molde cuando nací para no ser una copia más. O al menos, lo deformé un rato largo.


Anoche lloriqueé un poquito, recordando sus ojos grises.
Sus enormes ojazos grises, su sonrisa traviesa, su irrumpir en mi habitación para contarme cualquier tontería.
Nuestras fotos chorras por web-cam, nuestro saltar en la cama, volver loca a mi madre, pelear por qué música debe sonar en el coche o quién tiene la nintendo y quién el mando de la tele.
Su beso de buenas noches, sus confesiones cuando no quiere que mis padres sepan algo que ha hecho mal y por lo mucho que la quiero medio yo entre ellos -o cargo con la culpa-.
Eché de menos sus ojos grises y su movimiento constante.
La eché tanto de menos que se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas.


Porque su nombre se lo di yo, y ella me da el sentido.

"Vuela esta canción, para ti, Lucía;
la más bella historia de amor que tuve y tendré"
No hay nada más bello, que lo que nunca he tenido,
nada más amado  que lo que perdí.



Te quiero, enana.
Te quiero.


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