"Ya no te preocupes más por mí; siempre me entra arena en los zapatos. Esta vez, me quedo aquí. Si te cabe el cielo en un abrazo siempre habrá una estrella para ti. Si catorce vidas son dos gatos, aún queda mucho por vivir."
Qué majos son mis dos gatos.
El negro, y el que era blanco.
Los dos con sus barbas y sus ojos castaños y sus sonrisas blancas.
Los dos soportando la encuesta de borrachas "barba abajo sí o no" con empate a recortada.
Qué dos gatos más majos tengo al lado de mi casa.
Qué dos gatos de ron-cola, de Extremo y dubstep, de ver amanecer.
Siempre que me los encuentro sucede lo mismo.
Nunca buenas noches, siempre buenos días.
Y buenas noticias.
Mis dos gatos. Uno es mío. Aún no sé cual. Pero lo es.
Lo será.
Son mis dos gatos.
Uno negro, y otro que era blanco.
Con sus barbas, sus ojos castaños y sus sonrisas blancas.
Maúllan a chupitos de Jaggermeister.
Qué majos son.
Qué locura corre por sus venas, que me contagia. Que me contagio.
Que me voy con ellos a verles jugar a fútbol y en las fiestas de la ciudad de peñas y cubateo.
Todo sea que de verdad acabe con uno de ellos.
Son mis dos gatos.
El que era blanco lo ha pasado mal y ahora está perfecto. Esa cicatriz emocional le deja un rastro de misterio -esconde algo que le duele pero que está curando rápido- y de malote de barrio. Es arrabalero de ciudad. El negro tiene las pintas pero es corazón de oro. Es ciudadano de arrabal.
Son mis gatos, con sus barbas, sus dientes blancos, sus ojos brillantes y castaños.
Son mis dos gatos.
Aunque me los encuentro poco; son mis dos gatos.
Por todo.
Si es que son muy majos.
"We move like cagey tigers, we couldn't get closer than this. The way we lovecats, the way we talk. The way we stalk. ¿The way we kiss?"
Dormir escuchando The Cure.
Que par de dos para una loca.
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