lunes, 6 de agosto de 2012

Tre gambe per una banca

El cuento tiene una calabaza blanca y una calabaza negra.
Cuatro ojos marrones.
Dos sonrisas muy blancas.
Una que acaba de volver de Italia, otra que no quiere volver allí.
Y a esta gata que se va en septiembre.

El cuento tiene como marco las fiestas del pueblo.
Toros (recortes, quiebros... Nada de toreos. Ni estoques, ni capotes. Persona contra toro, sólo con sus piernas y sus manos), música, alcohol, perritos calientes/hamburguesas/pizza/patatas fritas, el paseo marítimo, un banco cualquiera frente al cine cerrado, donde el coche aparcado.

Finaliza en el mismo barrio, con la misma luna.
Con los mismos gatos de siempre.

El cuento es simple.

El cuento hace que recuerde abril y me ría. Que coja aire y pregunte "¿Esto... fue lo que yo creo? ¿Quería decir lo que imagino?". Hace que espere una respuesta, porque tengo que preguntar primero. Y lo haré mañana, ya hemos dicho que mañana es día de filosofar. Esto entra en filosofía profunda rebozada en sociología borrachil fiestera-marítima. Una nueva ciencia, si eso.
Hace que "secuestre" un teléfono para poder escribir esto. Hace que pongan en la calabaza negra cinco puertas el volumen un poco cerca peligrosamente del máximo. Billy Talent y "Diamond on a landmine".
Se ponen tres voces a cantar desaforadamente.

En el cuento, no pasa nada, excepto risas y buen rollo.
Y es una clase acelerada de italiano básico entre cubatas y patatas fritas, y otra de como reconocer las indirectas observando a los demás. No se ponen de acuerdo, las dos barbas y los cuatro ojos marrones. Las dos sonrisas blancas.
Pero es un no ponerse de acuerdo divertido, conocido, que tienen desde siempre. Por algo son, no mejores amigos, sino su propia familia idiota.

En el cuento, la gata negra callejera aprende.
Uno dice "te vas a ir y nos vas a volver con un italianini spaguetti de esos, ya verás. Y eso no está nada bien". ¿Eso es una indirecta? Y me aplauden, porque la he pillado. Yo hincho pecho, como un pavo real macho en pleno cortejo. Nos reímos.
El otro dice "te vas a ir, y volverás medio italianini. Pero te visitaremos y no te dejaremos estar a solas con los italianos, tú acabas con alguien aquí". Y se me quedan mirando los dos. ¿Es comienzo de indirecta? Y el dueño de la calabaza negra, recién llegado de Italia, da un beso en la frente, un trago de cubata y dice "No. Era directa completa. Tú acabarás regresando solita, y caerás con alguien del grupo". "De nuestro grupo, para más datos".
Vale, chicos. Eso sí es una directa.
""¿Lo ves? Ya las vas pillando"". Lo dicen a la vez, sonríen a la vez, bebemos a la vez, nos reímos a la vez y el resto nos mira. Somos gatos del mismo barrio, nos conocemos desde siempre.

El cuento dice que estoy disfrutando mucho.
El cuento acaba con "continuará".

En el epílogo, hay tres voces.
-"No nos vuelvas con un italianini, de verdad. Haz caso de lo que te ha dicho éste"
-Si él es medio italiano casi.
-"Por eso, nena. Hablo con conocimiento de causa, porque acabo de volver de allá. Acaba con alguien del grupo, que lo disfrutarás más".
-¿No os pasáis con las indirectas y las directas? Que ya las voy pillando.
-"Mujer, si es que alcohol, veinte horas sin dormir, y enseñarte a ver indirectas mientras te picamos es divertido, entiéndenos".
-"Sasto... Ma, nena, zitto e ridere con noi (Sonríe, bebe y abre mucho los ojos. Qué cara de gato barriobajero mafioso, señores, señoras). Sapete perchè il pollo ha attraversato la strada? Per cercare l'oca!

Y reír con el final de la conversación, que no tenía nada que ver.
Ha sido divertido, muy divertido.
Eh, dejarme terminar de escribir, malditos.






Aparcan, devuelvo el móvil.
¡Vamos a quemar la discomóvil, gatos del barrio!

No hay comentarios:

Publicar un comentario