"Sus dientes blancos brillan, una enorme y triste sonrisa pintada en su rostro al recordar a Ailbhe. Su pequeña mujercita de pelo como el carbón y ojos color manzana. Tan amable e inocente al incio, y con el carácter de una mamá osa. Le dolió su muerte, a pesar de fingir indiferencia. Suspira, perdiendo la alegría. Se odió a sí mismo durante mucho tiempo al tratar con tanto desprecio el recuerdo de Ailbhe delante de su hijo. Pero tenía que hacerlo, y él lo sabía. Como sabía muchas otras cosas que no le dejaban ni le dejan dormir tranquilo."
"- Padre siempre mata a mis mascotas. ¿Crees que sobrevivirás?
- Moriré con gusto por vos, que me habéis dado la vida.
- Bien.
El pequeño cierra los ojos, tumbado boca abajo para que le vende con cuidado la espalda destrozada. A él le tiemblan las manos, viendo el resultado del castigo; sabe que las marcas estarán siempre allí, imborrables. Recordatorio fiel de su entrega.
- Cada gota de mi sangre os pertenece, mi señor. Por siempre.
El niño vuelve a sonreír; con los ojos cerrados y consumido por la fiebre. Él se sienta en el suelo, a su lado; como un perro fiel."
"- Odio hacer trampas, Alraune.
- Lo sé.
- No pienso jugar limpio.
- No pensaba permitirlo, viejo lobo."
"- Es mi hermana.
- Es inocente.
- Fuera de mi casa."
"- Hago lo que me ordena mi señor. Él es quien juega al ajedrez.
La voz metálica por el poco uso llena el ambiente. Ella le mira de hito en hito, fijándose en las cicatrices de su oreja desgarrada; aceptando la respuesta que le ha dado.
- ¿No te han vuelto a doler?
- No, señora. Yo no tengo remordimientos sobre cómo he obtenido mis marcas."
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