Ayer tuvimos concierto. Pagado desde agosto. En tierra de nadie, en un sala en un polígono en las afueras de Castellón. Varios grupos de teloneros (Our Omega nos sorprendió mucho; y Red Soil, que eran amigos nuestros, lo dieron todo. Incluso el bajo y su pedal para los de The Agonist) y luego los canadienses. Qué pasada de concierto. Temprano, además, que a las dos menos cuarto estabamos en un pafeto en el centro.
El batería se marcó diez minutos de discoteca-solo because. Hizo tiempo mientras arreglaban el asunto del bajo estropeado. La sala se vino abajo con él.
Y en el garito me pusieron una canción de Powerwolf. Y otra de Behemot.
Y Paula volvió a venderme a su amigo. O a venderme a mí; no lo tengo claro.
Del Indie nos fuimos al Manowar. Donde siguió la venta indiscriminada. Los comentarios de "que tienes competencia" y "también tengo el vaso dentro" volaban. Y las risas.
Y cuando todo chapó y la conversación (sin vasos dentro del local ni "competencia" que decía ella) nos fuimos a Plaza Borrull a pasar el rato. Paula hablando por whatsapp con el que tenía al lado la conversación más absurda de tirada de caña y rechazo consecuente del mundo. Porque tenía delito. Y que ella dijese que no estaba más cantado que las saetas en Semana Santa en Andalucía.
Y yo me quedé hablando con el amigo. Muy majo. Muy tímido. Muy todo. Hasta que pierde la vergüenza. Me enseñó a su husky, que es amor y tiene las manchas de la cara preciosísimas. Yo le daré clases de dibujo realista y él a cambio de new y old school. Le gusta mi Medusa. Coñe, tiene una Medusa tatuada en media manga.
Y quién sabe si el fin de semana que viene me toca quedarme en Castellón. Aunque me da que van a tocar varios.
Y Paula, que es prostituta vieja y desdentada morirá al caerse por una ventana. Pero pagada de sí misma. Muy pagada.
El batería se marcó diez minutos de discoteca-solo because. Hizo tiempo mientras arreglaban el asunto del bajo estropeado. La sala se vino abajo con él.
Y en el garito me pusieron una canción de Powerwolf. Y otra de Behemot.
Y Paula volvió a venderme a su amigo. O a venderme a mí; no lo tengo claro.
Del Indie nos fuimos al Manowar. Donde siguió la venta indiscriminada. Los comentarios de "que tienes competencia" y "también tengo el vaso dentro" volaban. Y las risas.
Y cuando todo chapó y la conversación (sin vasos dentro del local ni "competencia" que decía ella) nos fuimos a Plaza Borrull a pasar el rato. Paula hablando por whatsapp con el que tenía al lado la conversación más absurda de tirada de caña y rechazo consecuente del mundo. Porque tenía delito. Y que ella dijese que no estaba más cantado que las saetas en Semana Santa en Andalucía.
Y yo me quedé hablando con el amigo. Muy majo. Muy tímido. Muy todo. Hasta que pierde la vergüenza. Me enseñó a su husky, que es amor y tiene las manchas de la cara preciosísimas. Yo le daré clases de dibujo realista y él a cambio de new y old school. Le gusta mi Medusa. Coñe, tiene una Medusa tatuada en media manga.
Y quién sabe si el fin de semana que viene me toca quedarme en Castellón. Aunque me da que van a tocar varios.
Y Paula, que es prostituta vieja y desdentada morirá al caerse por una ventana. Pero pagada de sí misma. Muy pagada.
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