domingo, 9 de octubre de 2016

The Agonist & La Celestina

Ayer tuvimos concierto. Pagado desde agosto. En tierra de nadie, en un sala en un polígono en las afueras de Castellón. Varios grupos de teloneros (Our Omega nos sorprendió mucho; y Red Soil, que eran amigos nuestros, lo dieron todo. Incluso el bajo y su pedal para los de The Agonist) y luego los canadienses. Qué pasada de concierto. Temprano, además, que a las dos menos cuarto estabamos en un pafeto en el centro.
El batería se marcó diez minutos de discoteca-solo because. Hizo tiempo mientras arreglaban el asunto del bajo estropeado. La sala se vino abajo con él.
Y en el garito me pusieron una canción de Powerwolf. Y otra de Behemot.
Y Paula volvió a venderme a su amigo. O a venderme a mí; no lo tengo claro.
Del Indie nos fuimos al Manowar. Donde siguió la venta indiscriminada. Los comentarios de "que tienes competencia" y "también tengo el vaso dentro" volaban. Y las risas.
Y cuando todo chapó y la conversación (sin vasos dentro del local ni "competencia" que decía ella) nos fuimos a Plaza Borrull a pasar el rato. Paula hablando por whatsapp con el que tenía al lado la conversación más absurda de tirada de caña y rechazo consecuente del mundo. Porque tenía delito. Y que ella dijese que no estaba más cantado que las saetas en Semana Santa en Andalucía.
Y yo me quedé hablando con el amigo. Muy majo. Muy tímido. Muy todo. Hasta que pierde la vergüenza. Me enseñó a su husky, que es amor y tiene las manchas de la cara preciosísimas. Yo le daré clases de dibujo realista y él a cambio de new y old school. Le gusta mi Medusa. Coñe, tiene una Medusa tatuada en media manga.

Y quién sabe si el fin de semana que viene me toca quedarme en Castellón. Aunque me da que van a tocar varios.
Y Paula, que es prostituta vieja y desdentada morirá al caerse por una ventana. Pero pagada de sí misma. Muy pagada.

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