miércoles, 11 de diciembre de 2013

Auch

A ver qué dice el del ambulatorio de esta ciudad de nadie y de nada. Que me ponga una muñequera y aplique frío y calor, como si lo estuviera escuchando en este instante.

DRAMA casero, tensión en el salón. Estefanía me ha abandonado esta semana, pero el lunes me lo compensará comprándome chocolate y lacasitos hasta hartarme. Menos mal que tengo a Kala para escapar llevándola a dar paseos largos; porque si me hacen entrar al drama a mí... Ay, dios. A saber lo que puede salir de ahí.

Sigo esperando a Sweet. Y ahora son tres las visitas italianas que se cuecen, que están ahí, ahí, sin saber muy bien cuándo se harán realidad, pero que están siendo ya consideradas muy en serio.
Tanto, que ya me preguntan que fechas tengo libres en el año para ir con ellos por la tierra.

Me duele hasta el hombro, la maldita mano.
No puedo usarla bien, ni siquiera con la muñequera que ya me he puesto de prevención. Como el del ambulatorio me diga que es una simple muñeca abierta, lo ahostio duramente de dos en dos hasta que me salgan impares. O me rompa la muñeca. O la Policía me detenga. Veremos.
Más le vale preocuparse, con lo poco que me gusta a mí ir al médico. Como me trate como a una tonta, lo desfiguro a guantazos. Que sé perfectamente que no es una muñeca abierta. Ay de él como se haga el listo con eso.
Conmigo, que si de normal soy una sociópata un tanto psicópata, con el dolor me vuelvo un monstruo.
Ay, señor.
Qué jodido es escribir con la izquierda.

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