domingo, 30 de diciembre de 2012

El idiota de San Jorge ha llegado

De vez en cuando, hay que hacerse daño para llegar a estar mejor.
Es una ley no escrita. Una ley de la vida que da asco, sí, pero que es así. No se puede cambiar, o borrar, o nada. Es inamovible.
La vida está llena de pequeños momentos así, pequeños sacrificios diarios: cuando mamá no se compra unos vaqueros ella para que sus hijos tengan unos nuevos, cuando papá hace un par de horas extras en el trabajo para que en verano todos se puedan ir de vacaciones, cuando no quedas con tus amigos para hacer un café y te quedas limpiando la casa sabiendo que la semana siguiente podrás usar el día entero con ellos.
O cuando consuelas a alguien día tras día. Tirándote piedras a tu propio tejado, dejándote en mal lugar en pos de que al final, te recompensen diciendo "hay poca gente como tú".

Algún día tenía que acabar reventando.
Porque hay algunos sacrificios que no son tan obligatorios. Y entonces, la navaja de Ockham te atrapa, y te haces daño porque le haces daño a alguien. Y sin embargo, el círculo vicioso se repite: "hay poca gente como tú".

La gota que colmaba el vaso.
Basta ya de terapia y de ser trapo de lágrimas.
Que yo también tengo mis problemas, aunque no me queje al mundo.
No quiero ser mi pañuelo de lágrimas, y a la vez, ser el de todos los demás.
Y odio ver que la gente a mi alrededor está deprimida.
Así que, ya basta.
Aprended a luchar, a tener narices de seguir adelante, coño.
Que yo estoy harta de caer y levantarme, y ver que los demás se caen y esperan una mano que les impulse a seguir. Aprended a levantaros solos, a sacar fuerzas de flaqueza, y a callaros los problemas que menos importen. A luchar por vosotros mismos, y a pedir ayuda cuando realmente sea necesario.
A ser guerreros y no víctimas.
Que yo guerreo por quien sea, pero para todo hay un límite.
Y ahora lo que quiero es luchar mis propias guerras, no las de otros a no ser que sean mayores que las mías.
Aprended a pedir ayuda en el momento oportuno, no siempre que haya un obstáculo. Aprended a tener coraje y a vencer los miedos.
Y dejad que los demás hagámos lo mismo.
Dejad que yo resuelva alguna vez también mis problemas. Que los tengo, como todos. Pero sin las pancartas ni heraldos que los proclamen.

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