miércoles, 20 de abril de 2016

España, beoda, de carnaval vestida

Dice Machado en 'A una España joven':
"Y es hoy aquel mañana de ayer... Y España toda,
con sucios oropeles de carnaval vestida
aún la tenemos: pobre y escuálida y beoda;
mas hoy de un vino malo:: la sangre de su herida."
Y es cierto.
Este año, es el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra. Sí, se leerá 'El Quijote' públicamente, como siempre; y se televisará para dejar constancia. Para que el mundo vea lo mucho que lo apreciamos. Lo mucho que la sociedad miente para lavarse la cara y seguir sonriéndose al espejo. Porque nadie en el colegio lo lee, nadie crece entendiéndolo; buscando en sus páginas la historia imperecedera de nuestro país. Hasta te miran mal, si lees en el transporte público. Si lees lo que suene un mínimo clásico. Hace poco, en el tren, un señor de unos sesenta me vio leyendo 'El conde de Montecristo'. "Qué vergüenza de juventud, que se las da de intelectual".
Con un par.

Así que, 'El Quijote'. Obra cumbre española. El recuerdo de Cervantes, un soldado que nos enseñó a escribir. El legado de nuestras letras.
No sabemos cómo despreciarlo más.
Quizá, ese desprecio tan propio de un país que en general se avergüenza de su memoria histórica (qué lástima de incultura repartida a diestro y siniestro por sucesivos gobiernos y ministros y leyes de educación y el juego instaurado de lo políticamente correcto, no sea que a alguien se moleste) sea el mejor homenaje a Cervantes. Demostrarle que seguimos siendo la España castiza que le ignoró en vida y que le alzó en muerte, y que sigue sin leerle para que su texto sea intemporal; siempre describiendo a esa raza orgullosa de su conocimiento de la nada, pero dispuesta a mojar la navaja por un agravio mínimo. El carácter indómito del español de a pie. Como dice Quevedo en 'El capitán Altriste'; "No queda sino batirnos. (¿Contra quién, don Francisco?) Contra la estupiddez, la maldad, la superstición, la envidia y la ignorancia [...]Que es como decir contra España, y contra todo." Hay veces que es amargo ser español, sobretodo cuando buscas saber. Cuando buscas, lees, escuchas, comprendes: ser español no es fácil, nosotros mismos nos buscamos complicarlo. También, como dice en ese mismo libro (hay que reconocer el valor con el que Arturo Pérez-Reverte escribió sobre la tragedia de España, que es España misma), "Es posible hablar con extrema dureza de lo que se ama, precisamente porque se ama, y con la autoridad moral que nos confiere ese mismo amor".

Hoy me he levantado con la rabia y la amargura a flor de piel, porque al encender la tele han despreciado hablar de Cervantes para hablar de mejor literatura. La presentadora hablaba del cuarto centenario de la muerte de nuestro autor más internacional y completo. Uno de los -llamémosle así- tertulianos ha interrumpido para preguntar "Pero si nadie lee eso. ¿No podemos hablar de literatura de verdad?". Todos han asentido, todos han mostrado conformidad, La discusión sobre si era mejor 'Cincuenta sombras de Grey' o los libros de Federico Moccia me ha atragantado el desayuno hasta extremos insospechados.
Sí, quizá el mejor homenaje que podemos dedicarle a don Miguel sea despreciarle, como siempre desprecia España su talento, su maestría, su inteligencia. Porque aquí, ser lúcido, tener sed de conocimientos, de ampliar nuestra cultura, siempre se recompensa con lo mismo: con burla, con desprecio. Hemos hecho de la ignorancia nuestra bandera y la portamos orgullosos, olvidados los conceptos de "dignidad", "honor" o "conciencia".

El único consuelo que nos queda, como dice el capitán Alatriste, "A ese tiempo infame lo llaman Siglo de Oro. Mas lo cierto es que, quién lo vivimos oro vimos poco, y plata la justa. Sacrificio, estériles gloriosas derrotas, corrupción, picaresca, miseria y poca vergüenza, de eso sí tuvimos a espuertas. Lo que pasa es que luego uno va y mira un cuadro de Diego Velázquez,, oye unos versos de Lope o Calderón, lee un soneto de don Francisco de Quevedo, y se dice, que tal vez mereció la pena".
Seguimos estancados en un tiempo mísero y traidor para con nosotros.
¿Qué importa el valor de los Tercios Viejos? ¿Qué mínima parte estudiamos del Concilio de Trento? ¿Quién fue Blas de Lezo? ¿Qué nos interesa saber de la batalla de Trafalgar? Y una y mil preguntas que a nadie le importan. Porque los que quieren saber se ven rodeados de un enemigo mayor en número: España misma.
Contra la que no queda sino batirnos. "Contra España, y contra todo."

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