miércoles, 22 de febrero de 2017

Full dark, no stars - Nymphetamine - Take the day

Qué ganas de complicarse la vida, de verdad.
Qué forma de hundir a la gente en la miseria y de quitarles las ganas de absolutamente todo, incluso de respirar.
Olvídate de mí, de la decepción que soy, del asco que te doy y de que vivo amargada, por favor.
Como venías haciendo desde el once de diciembre, que nos llevábamos bien. Era demasiado tiempo, ¿no?
Pues olvídate de mí, joder.
Haz que no existo. Déjame.
¿Cómo se le puede coger tirria a una voz, cómo se puede desear huir de la habitación cada vez que esa voz llena el silencio?
Eso es lo que me pasa, cada vez más. Como eres monotema, he acabado por rechazar tu voz y sus reproches. Me siento mal por dentro, pero no tanto como al escucharte y creerme tus palabras. No vivo amargada; es estar en casa y aguantar lo que me deprime. Ya lo había dejado claro, creía.
Bien, pues no te preocupes, que lo volvemos a aclarar.
Haz ver que no estoy aquí. Que no existo. Y así no tienes que hablar y joder el precioso, magnífico, maravilloso silencio. No tienes que quejarte y quejarte y quejarte y quejarte sobre mí y sobre la decepción que te provoco. No tienes que demostrar que lo tuyo no es precisamente la relación materno-filial.
Déjame en paz.

Y ni se te ocurra decirme que te quejas para hacerme reaccionar o por mi bien. Porque puede que entonces sí tengamos problemas en casa de una forma totalmente fuera de control. Así que, d-é-j-a-m-e-e-n-p-a-z. Olvídate de mí.
No aguanto más, ni quiero, ni lo voy a ocultar.
Así que cállate. Déjame. Olvídame.
Que me iré en cuanto pueda.
No verás a nadie más feliz y sonriente en tu vida que a mí cuando por fin me aleje de ti.
Te lo prometo.

No soy quienes esperábais que fuera. Tampoco es que os hayáis molestado en conocerme nunca.
No tenéis derecho a sentiros decepcionados por eso. Y no pienso cambiar, ni dejar de ser yo misma. No sé ser nadie más. ¿Me preguntáis por qué parezco tan feliz fuera de casa, con mis niñas? ¿Con el grupo en Castellón? ¿Con los de Valencia? ¿Con los del cámping? ¿Con los del sur? No lo parezco, con ellos soy feliz. Me conocen. Me ven. Tal y como soy. No tengo que esconderme o callarme, o permanecer en las sombras. Con ellos vivo. Son mi familia. Mi familia de verdad.
¿Por qué hablo tanto por whatsapp y sonrío? Porque con quien hablo, me conoce, y me acepta, y me deja ser yo misma; y si tiene que decirme cualquier cosa, aunque sea molesta, lo dice desde el cariño y con educación. Y eso hace una diferencia enorme. ¿Por qué vivo con los auriculares puestos? Porque es la forma de no escucharos y de hacer que mis nervios a medio recuperar no vuelvan a romperse en pedacitos. ¿Por qué vivo encerrada en mi cuarto? Ya os dije que lo haría para no cruzarme con vosotros. Es simple supervivencia. Prefiero vivir ahí encerrada que compartir espacio, aislada por los auriculares y la música pero teniendo que sufrir miradas y gestos y exigencias absurdas y quejas. Y como paso de dejarme herir nuevamente, lo repito. Olvídame, déjame en paz, deja de fijarte en qué hago o dejo de hacer y vive tu vida sin meterte en la mía. No me obligues a vivir como querrías tú, porque no lo vas a conseguir. Porque dentro de mí no queda nada para darte; porque mis nervios y mi paciencia se están curando poco a poco y no voy a dejar que te acerques a ellos lo suficiente como para herirlos otra vez.
Así que aire. Fuera de mi cabeza. Nada de sal en las heridas, nada de seguir haciéndome daño. Lo que me sigue doliendo sanará. Y dejarás de dolerme, lo prometo. Me sabe mal, pero entonces te doleré yo.
Porque te lo has ganado a pulso.
Tendré mi casa. Mía. Ordenada a mi manera. Con mi gato. Si no puedes entrar porque "le tienes alergia" (que es la excusa más patética que podías inventar, porque ambas sabemos que no la tienes), pues no entrarás. Si no te doy una llave, no podrás exigirla. Si nos vemos lo justo, no seré yo la que haga por verse más. Lo dejaré todo en tus manos, y si resulta que entonces entiendes lo que estás perdiendo, pues qué bien. Ya lo habrás perdido. Puede que por educación me mantenga cerca. Pero tampoco mucho.
Y si tienes celos de la tía, culpa tuya. Ella me aguanta las lágrimas, no me las provoca. Y, ¿sabes qué? Opina exactamente igual que yo. Que te estás cargando lo que tienes. Que estás perdiendo lo único que de verdad tienes. Y la pequeña también lo ve. Ella también llora, por mí, y de vez en cuando por ella. Nos estás perdiendo, y es tu culpa. Y no pienso luchar por cambiarlo. Me cansé de hacerlo y de salir herida casi mortalmente. Vuelvo a quererme, y no pienso dejar que me hagas daño o cambies eso. Pronto oirás rugir al león, y entonces serás tú quien se queje. Porque estaré lejos, lejos, y no podrás alcanzarme; y lo único que verás serán mis dientes y mi carrera. Lejos de tu alcance.
Y yo me curaré y seré feliz y tú entenderás que te has buscado sola la ruina. Así que, adelante, sigue con tu monotemática de lo infeliz que soy y la desgracia que arrastro. No puedes tocarme más allá de las viejas heridas a medio curar.
Me estoy inmunizando. Tengo una familia ahí fuera. Tengo unos pocos familiares de sangre a mi lado. No me haces falta.
Así que no esperes que vuelva a llamarte "mamá". Porque no sé quién es esa. La tía Espe, quizá, que es lo más parecido que puedo encontrar. No tú, desde luego.

Así que olvídame.
Cuando me vaya y veas lo que has hecho, lo que has sembrado, no tendrás siquiera tempestades que arruinen la cosecha. Porque no habrá nada, sólo cenizas.

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