Lo siento, papá.
Pero este año sigue sin existir eso que llaman "Día del Padre", y vas a volver a recibir gritos, maldiciones, malas caras,malos humos, tres arpías furiosas y con las garras fuera en el recibidor esperando a que despiertes para destriparse entre ellas frente a ti y destriparte si no tomas partido por cada una de ellas.
Así que alegra esa cara.
Es el maldito día de la ofrenda. Madrugón, mala leche, poco tiempo, dolores por todos lados, cansancio, el desfile más asqueroso de todos, sin moverte, a x ritmo, a x distancia de las otras, sin poder hablar, sin poder parar. Y encima, hoy va a hacer sol. Añadamos el calor a la ecuación.
Y el dolor de cabeza, el de barriga, la angustia que me está entrando desde que me ha bajado la regla; lo que le falta a mamá para matarme mientras le sube la fiebre, la peque metiendo baza.
Así que, lo siento. Por ofrecerte el mismo regalo otro año más.
Nada.
No chillarte, es más... no hablarte para asegurar que no nos mataremos.
Odio este maldito día de todos los años.
Lo borraría del calendario.
Y cada vez que lo digo, sonríes. Estar de acuerdo conmigo el día de la ofrenda es un gran regalo, ¿verdad?
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