Calabaza blanca, sonrisa blanca.
Chesire con barba paseando por calles valencianas.
Sábados de juntarse con amigos que acaban a las 3'30, pero se clausuran a las 7'40 de la mañana en compañía de sonrisas y un par de bromas.
Y un coche blanco como carruaje de Cenicienta.
¿La conclusión?
Kael es LERDA para entender las indirectas.
O eso creo.
Como soy así de lerda no me entero.
Un mensaje con carita feliz. Sin comerse la cabeza.
(Mañana recuperación de documentos legales arrebatados... en una semana, esfinge mata-peatones, o intento de, según dé de sí el vehículo granate.
Comienzo de trabajos remunerados. Y de los trabajos por afición.
Un "Prometeus" personal, que en breves se pondrá a funcionar.
He visto a alguien por la facultad.
Ha sido divertido; ha sido relajado, tranquilo.
Ha notado vertigo él, no yo. La esfinge madura, se fortalece.)
Y quién sabe si vuelve a haber calabazas 207 en mi barrio.
Con cocheros de abierta camisa casual con vaqueros y sonrisa blanca, con música hasta las tantas, que al decir "el año que viene vivo en Italia" hagan una mueca y se enfurruñen.
"Allí todos son unos zalameros. No me caen bien, demasiado melifluos, demasiado casanovas."
"¿Dices que todos son unos lobos?"
"No, digo que al verte, se te lanzarán al cuello: las garrapatas intentando cubrir a la loba".
"Soy de felinos"
"Pues las ratas, queriendo conquistar a una pantera."
Rock'n'roll del viejo, rock callejero y la radio. Amanece desde hace un buen rato.
"Gracias por traerme a casa"
¿No hay dos besos? ¿En serio, so mema? ¿Es el cansancio, la falta de sueño, el coche, o que los ojos marrones te miran indescifrables? Tú eres tonta, niña de mi alma. Pero muy tonta, Kael.
Eh, que de su parte no los hay tampoco.
No me jodas, conciencia. No te me las des de sabihonda. Que no tenemos vergüenza hasta ahora.
"De nada, Kael. Cuando quieras."
"¿Tú no eras difícil de encontrar?"
"¿No eres tú a la que se le da bien investigar?"
"Wow. Cuánta fé en mí"
"...Ah... Pues sí. Quiero decir, que sí. Sí."
"Buenas noches"
"Buenos días"
Guiños de despedida, sonrientes. Hombros tensos mientras vuelves a la calle y dejas atrás el asiento cómodo del Peugot-calabaza.
¡Eh, tú! ¡Tú, esfinge tonta!
¡Tontucia! ¿No te has dado cuenta? ¿Por qué piensas las cosas un martes de madrugada?
En ese momento... Me hizo gracia.
Ahora me arranca carcajadas. Conversaciones extrañas, con gatos del barrio que se dejan ver de Pascuas a Ramos, y a las tantas.
...Pues ahora te esperas, que si no hay baile en Palacio este fin de semana, quedará el miércoles o el jueves para hablar por las redes sociales. Dale tiempo, esfinge-pantera. Dale tiempo, que la historia -aunque sea de ingeniería senderil- parece buena. Interesante. ¿Interesa?
Al menos, no se te eriza el pelaje con malos presagios.
Se me retuercen los bigotes. Creo que se acercan momentos alegres.
Eso parece.
Los felinos son inteligentes. Ergo las panteras son inteligentes.
Los humanos son idiotas. Ergo, las esfinges son inteligentemente idiotas.
Menos mal que lo llevas con una sonrisa.
Porque si no, me daba una paliza yo misma.
¡Sonrisas entre semana!
La esfinge se desahoga.
¿Alguien la entiende? Roar, dice la "pantera".
Me sacaron una carcajada a las 8 de la madrugada.
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