sábado, 24 de marzo de 2012

Cait réabhlóid

"...ya me dirás por qué has dejado que te pongan un collar; te sientes como un faldero más, integrado en la jauría y ya no me enseñas los dientes; te han robado la ironía [...] te obligan a arrastrarte como un triste perro herido: son peleas insulsas que te hacen perder el tiempo, que sólo buscan que olvides que eres perro callejero."


Yo no lo he olvidado.
Puestos a ser perros, soy uno callejero, sin dios y sin amo, como decía Extremoduro.


De rock español, para hacerlo comprensible.
Hoy tengo una sonrisa de las grandes. De esas que Chesire querría para sí.
Ya dije que un día sabríamos quienes eran palomas insignificantes, y quienes eran aves de sangre real (con la excepción de un par de dragones que pululan por ahí...). Y hoy, más bien, a partir de ayer noche, sabemos quienes son. Y como vaticiné (esto de ser una esfinge tiene su gracia, parece que sea vidente... todos mis presentimientos se van cumpliendo uno tras otro), yo soy un gerifalte, o quizá un águila.
Pero como dicen mis amores Los de Marras... sois perros domesticados.
Ayer lo dejé claro.
Hoy me reafirmo. Es gracioso que no se me mire a la cara cuando demuestro que tengo razón. En serio, me moría por este momento.


Llamadme egoísta, cruel. Pero ver que tienen que agachar la cabeza y hacer mutis por el foro... hace que la adrenalina me galope por las venas. Que mi orgullo se dispare. Que hinche pecho, que ruja más fuerte y que la risa resuene en cada paso que doy.





Los felinos siempre pecan de orgullosos. Dejad que no sea la excepción.






Se avecinan un par de semanas de desconexión. Se avecina trabajo, para Prometeus, para retratos. Y para 40 temas orales de Derecho Penal y otros tantos de Procesal. No estamos tan mal, oiga.
Puede ser hasta divertido, sabiendo que cuatro días son con los que callan mientras yo me río.
Puede ser curioso.
Le tengo ganas.



"El saber que aún molesto me empuja a caminar [...]
mi vicio es arriesgar, sin querer manejar; ¡desafino mi vida y la de los demás!"


Al estilo de Los de Marras, sembrando revoluciones.

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