Llevo una semana batallando con una muela del juicio. Eso hacen tres noches en las que me he despertado llorando, con el dolor subiendo por la mandíbula y el oído hasta casi los ojos. Tres noches en las que he sufrido por ese dolor, y por despertarlo.
Las pastillas nuevas me permiten dormir, y eso ya es un pequeño milagro.
Hoy ha empezado a salirme otra muela del juicio. Esta, al menos, no duele como la que aún me tortura un tanto durante el día.
Pero hoy, para cenar, he vencido yo.
Hemos vencido nosotros.
Nuova Napoli nos ha recibido al cerrar el gimnasio, nos ha alimentado y nos ha hecho disfrutar de la cena en la que prácticamente estábamos solos. Y ha sido agradable, precioso, magnífico, tranquilo.
Como la despedida.
Como la forma de decir "te quiero" que se resume en decir, de todo corazón "me encanta estar contigo y llenar nuestro tiempo".
Maldita sea, Sir Huilliam.
Es la regla de las "A". Tres amigas, tres nombres que empiezan por A.
Y con gaitas y tin whistle.
Con pingüinos y erizos de chocolate en mitad del gimnasio.
Con muchos, muchos momentos de risas y miradas cómplices.
Esta vez, sí.
De verdad. Sin miedo.
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