lunes, 3 de abril de 2017

Peligrosos besos en la frente

- Peligroso.
- Oh, niña. No es nada que yo no quisiese dedicarle a Flana.
- Pero, Sir Huilliam...
- Aprende a bailar con tu propio diablo, niña.
- Eso intento, Sir Huilliam.
- Créeme, querida. No estás bajo el influjo del Amuleto del Dios Loco.
- Ojalá.
- Sólo quieres negarte a ti misma.
- ...
- ¿No hay réplica, querida mía?
- A veces le odio más de lo que le quiero, Sir Huilliam.
D'Averc sonríe y me da un beso en la frente.
- Ya quisieras, niña. Ya quisieras. ¿Entonces?
- Imaginemos que tiene toda la  razón del mundo. Bailamos, Sir Huilliam. ¿Y qué pasará?
- Pasará, querida, que te morirás de miedo y enloquecerás de gusto. Y que encontrarás el ritmo. Y que sonará For the love of a princess mientras mentalmente vas contando las notas para gritar al final, como Wallace. Y que no serás Flana llorando, ni serás un francés enfermizo en medio de la última batalla. Y que Bowglente cambiará al objetivo de sus versos y serás tú "como la seda, tan suave y a la vez tan fuerte". ¿O no lo viste venir desde el espigón? ¿No te lo dijo el mar?
- Sir Huilliam, en serio. No sé si os quiero vivo o muerto en este momento.
- Quieres que te diga todo lo que necesitas decirte a ti misma, niña mía. Y sabes que nada es tan peligroso como tus propias mentiras.
- Lo sé. Voy a parar de hacerlo.
- Muy bien. En ese caso, repito... ¿Entonces?
- Que suene la música, Sir Huilliam. Tengo que bailar con un diablo. Hasta el final.
- Esa es mi niña.

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