domingo, 15 de mayo de 2016

La sombra de Dantés

"-¿Con cuál de los mosqueteros se ha sentido más identificado?
- Identificado, con ninguno. Yo era el quinto, compréndame. O me sentía. El más admirado, Athos. (A.P-R.)"


Como Edmond Dantés, hay que esperar y confiar.
Enamorarse de Milady, pelear uno para todos y todos para uno. Llorar al llegar a la gruta de Locmaría. El final en Maastricht.

Ese es el camino para llegar a If. Para saltar al mar, secreto de Faria en mano, y avanzar. Confiar y esperar.
Como Ulises. "Por mis cojones", tuvo que decir. "A ver qué dios es capaz de pararme. Si digo que vuelvo, por mis cojones que lo hago." Fue un pulso, mano a mano, contra Poseidón. Personal, rabioso. Esperar y confiar, esperar y confiar que el momento de quiebre llegaría. Que sobreviviría.
Y están Nausícaa. Y Circe. Penélope que teje por ella misma, tras veinte años de espera. Esperando y confiando.

Sí, ese es el camino.
Para llegar a Marsella, pasar por If, descubrir Montecristo, conocer a Vampa y vivir en los Elíseos junto a Haydee, milady inocente con la sabiduría instintiva y recóndita de la otra, de la flor de lis.

Ser el quinto mosquetero.
La sombra de Dantés.

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