Cuatro días en la tierra de la pasta -especialmente de la lasagna, los tortelloni y los tortellini, que son típicos de esta zona-; en la tierra del vinagre; de los deportivos; de los cantantes de ópera.
En la tierra donde he visto nevar por primera vez; donde he sobrevivido a un tornado y a dos o tres terremotos. Donde hemos descubierto varios cubatas nuevos, y chupitos extraños.
Donde he hecho demasiadas amistades.
Donde me he conocido.
Donde me gustaría quedarme.
Donde todos los días tienen un toque azul brillante que no he querido acercar ni alejar. Que dejo fluir porque me siento cómoda así y ya decidiré qué relación hay entre ese color cálido -porque el azul es un color cálido- y yo, que soy naranja como las naranjas de Valencia.
"Il meglio deve ancora venire"
No.
Lo mejor no está por venir.
Lo mejor ya ha pasado.
Y volverá a pasar.
Lo mejor es lo que sucede cada vez que nos saludamos con una sonrisa cerca del Stile, que hacemos aperitivi, que vamos al OFF, o que acabamos en el viali sea en El Paseo, el Zooky o nuestro sempiterno Habanero.
Hemos pasado cumpleaños, fiestas de despedida y bienvenida -no necesariamente en orden-, de disfraces, temáticas, en otra ciudad, turismeo vario, cine, borracheras, sustos por la calle porque la gente se mete de todo, caídas graciosas, gente que se duerme sobre la bici y se queda a dormir en la acera, fiestas en la piscina con jacuzzi integrado lleno por 30 y pico personas; termas, ciudades cubiertas de ceniza, volcán, puerto, mar; volley, futbol, museos, excursiones; canciones chorras en todos los idiomas habidos y por haber y alguno que otro que nos hemos inventado nosotros; frases chorras, motes aún peores, canciones distintivas y saludos personalizados; cenas o intentos de; comidas o intentos de; seratas de salir de la discoteca después que los seguratas cuando sólo quedaban con nosotras los camareros; de jugar a cartas en la biblioteca porque nosotros podemos. Noches en los jardines, conciertos, equivocaciones de tren y fotomatones. Mucho frío y mucho calor en invierno y verano, respectivamente.
Varios momentos que quedaría mal decir en voz alta, y momentos que directamente no se pueden decir.
El culebrón con el alto de la biblioteca y la puta de su novia, que por qué no la deja.
Los camareros que te guiñan el ojo y te invitan a la cerveza.
El del kebab que te regala un menú porque se ha enamorado de ti y te pregunta tu nombre.
El borracho de turno que te pide en matrimonio.
La chavala que te soba en la discoteca con una sonrisa y luego te pregunta si ya hay quien "te de mambo".
Hacerte amiga de los tatuadores.
Las cenas y comidas que salen bien y llegan a buen término.
El trauma de subir las escalera y bajarlas en estados poco sobrios. Hacer amistad al final con la vecina.
El viejecito de la puerta frente a las escaleras que sólo te habla de sus nietecitos y te invita a beber chocolate caliente.
Y mil y un anocheceres, y mil y dos amaneceres.
Hemos hecho hasta familiares. Increíble.
Gracias.
Por todo lo dicho, lo que me ha quedado por decir, lo que me gustaría decir y haber dicho.
Gracias por estos días, que empezaron un 14 de septiembre.
¡Parece tan lejos en el tiempo! Y no hace ni un año que me sentía perdida porque no sabía decir ni una sola palabra. Y ahora ya me confunden de vez en cuando cuando hablo con rapidez, porque se me escapa algo de acento. Diantres, hago hasta mis pinitos en dialecto.
Escribo en italiano, hablo en italiano, a veces me interrumpo a mí misma porque pienso en italiano. Tengo que reacostumbrarme a pensar en español y valenciano.
Tengo que convencerme de no llorar.
Vale.
Lo último es mentira.
Andrea me ve llorar por las noches, antes de dormirnos.
Me ve llorar, y no dice nada, porque sabe que no puede decir nada. Sólo abrazarme y darme un beso en la sien -le encanta, aunque no lo reconoce. Le encanta ser una cabeza más alto para besarme en la línea del pelo-, y contarme algún chiste, alguna anécdota de su experiencia en Polonia.
Quizá entre erasmus nos entendemos mejor.
Porque no es sólo vivir lejos de casa. No es la distancia y el no ver a los tuyos; y hacer tuyas a otras personas. Se trata de que incluso cambias la lengua, la manera de pensar, de vivir, de moverte. De estar al pie del cañón día tras día. Es un cambio más drástico que vivir en -pongamos de ejemplo- León e irte a estudiar y vivir a Cádiz.
No se explicarlo.
Pero si lloro, él me aprieta fuerte contra el pecho, me dice que él también lloró y que si yo lloro lo hará también él; y que no me lo perdonará nunca. O llama al gato gordo que tiene por mascota -Tarzán pesa unos diez quilos a ojo de buen cubero, y seguramente me quede corta- para que juegue conmigo.
Y quieras que no, al menos dejo de llorar.
Porque si le cuento esto a Davide, a Nicla, a Simona, a Simone, a Ale, a Cri.... Si hablo con cualquiera del grupo... Ellos no lo han vivido. Ellos no entienden el impacto. Lo comprenden, comprenden que existe; pero no lo entienden. No lo han vivido, no lo van a vivir. Y por mucho que empaticen, no pueden brindarte el consuelo para evitar las lágrimas.
Y cuando llegue a casa y vea que esto de verdad se ha acabado, lloraré. Lloraré lo que no se imagina nadie.
Me llevo skypes para lloriquear en italiano.
Y películas, libros y música.
Y todos los recuerdos grabados a fuego en cada parte del cerebro y en cada poro de la piel.
Gracias.
Gracias por todo, a todos.
Sois mi gente originale, que preguntan si vieni a ballare in puglia y saben que vengo dalla luna. Que saben que somos supereroi contro la monicipale y saben qué es l'essenziale. Cada uno de ellos està pronto a correre, y saben que anche il tempo può aspettare. Gente con la que ho imparato a sognare, a rezarle a mama maè, y con los que he buscado -y juraría que hasta encontrado- il mondo che non c'è. Porque come un pittore, hemos diseñado un enorme cuadro de experiencias. Gente che spera una simple sonrisa y que saben qué es il più grande spettacolo dopo il big bang, que cada día tiene su notte dei desideri, y con los que hemos llegado hasta l'ombelico del mondo. Hemos descubierto le radici ca tieni cada uno de nosotros, y nonostante tutto, somos todos l'italiano medio. Siempre podré decir que dicono di me cosas que serán más o menos ciertas, pero la gente de verdad sabrá si es cierto o no, o si ha sucedido en babilonia. Ti penso sempre son palabras que se repiten cuando escuchamos x canciones, x palabras, o nos llega x olor. Es precioso que te digan eso, que te rodeen de esta manera tan cálida. Porque nuestro lema es gritar "bevo" hasta la extenuación, y beber más allá de eso. Sciamo a ballare, siempre preparados. Y sobretodo, con un grito de guerra: "¡Se mi rilasso, collasso!"
"E devo dire grazie a tutti, è stata propio una figata [...]
ognuno a modo suo ha dato un contributo,
la musica del DJ è stata solo un aiuto [...]
Le serate così non dovrebbero mai finire,
buonanotte alla gente che si sa divertire,
le serate così non dovrebbero mai finire.
Buonanotte a tutti, ciao.
Che figata, che figata."
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