lunes, 1 de octubre de 2012

Caminos de lluvia, Corto.

Aquí, en este suelo adoquinado que piso, comenzó el invierno hace ya 2 días. Dos días, y yo sigo sin internet en el piso desde el cual redactar informes para la gente que se ha quedado atrás. No hay problema, creo yo. Sobrevivirá la incógnita una semana más, y entonces, sí, escribiré.
Informaré.
Miao.


Llueve hoy.
El martes, salmorejo y peliculas en italiano a mi portatil de parte de un treintañero valenciano que aparenta 23.
Migas antes de Diciembre, Zaragoza con trenza. De harina y de pan. Panceta, chorizo, uvas y sardina salada. Y caldo aragonés para acompañar.


He visitado un "museo-exposicion" de panini, he hecho fotos a disney collection de cromos. Y a mi Corto.
Y un museo que sólo abre los domingos (te maldigo, Palazzo dei musei) que en sus tripas alberga un porrón y medio de espadas (Grajos de dragona) y pistolas, telas damísticas e instrumentos de música.
El cumpleaños del mercato municipale, cafe con chocolate, fotos con la ESN. Hemos conocido a Alejandro de la Vega, su Relámpago es una bicicleta.

Cordobesa adoptiva.
Y olé.
Les estoy pegando mi acento, hablan más fino que hace una setimana. Y yo más andaluz, iyo.
También mezzo la lingua.
Ma non ho faggio aposta. Diablos, la mitad de las veces non so escribir las cosas, e tutto inventado, ma tengo un suerte gigantesca y acierto.
Purrrpurrrrpurrr.




Tengo una taza amarilla de Scooby-Doo, y un tazón azul de Shaggy.
Y el martes comeré salmorejo.




Skinner Sweet, odio que salgan mensualmente tus comics. Me faltan dosis.
D'Averc, lamento dejarte en papel en casa, pero te llevo en mi cabeza (¡Mi General de la Orden del Oso!) y en mi ordenador.
Corto... Ayer te vi en cromos. Me hice una foto contigo. Pasé las horas releyéndote. Fui a un bar con tu nombre y tu rostro estaba en todas partes. Un chico italiano que conocí ayer, me ha visto y me ha preguntado qué me pasaba, que estaba tan quieta y temblando, sin resguardarme en un SOPORTAL (olé mi andaluz, Trini; porche de toda la vida del señor).
"Que estoy con mi amor platónico todo el día. ¿No escuchas que, entre los caminos de lluvia en el suelo de adoquín, él habla? ¿No ves que en cada charco está su reflejo?"


Sí, amo tantos personajes. Sweet es un amor. Desde luego. Y Dantés, Tsagoï, D'Averc, Aramis y Athos... Y muchos otros.

Pero sólo uno decorará con su mirada las paredes de mi habitación. Sólo un cigarro entrará en mi vida con una sonrisa, un uniforme, un pendiente por doblar Cabo de Hornos.
Poca gente sabe que Corto Maltese es quien guía mis pies con su música de jueves por la tarde. Nadie. Nadie.
¡Cuántas veces me ha prestado su gorra de marino, me ha dedicado un guiño de sus ojos pardos, su sonrisa de gato!


He llegado a una tierra que, anche io, e inamorata di te, Maltese. Ache io, questa terra ti ama. Anche io.
Y ansio tener entre mis manos algún día tus aventuras en papel. Es ese sueño trémulo que descubrí en Mu, cuando fuiste Solón. Algún día, seré parte de esas mujeres que dejaste en el horizonte llorando por ti. Pero lloraré, no como Banshee, Esmeralda, Shangaï Lil o Boca de Oro.
Porque yo te tendré.
Algún día, Gato Maltés.


Por lo pronto, adornas mi habitación italiana, y soy tu discípula descreída, esa que escucha música de jueves tarde cuando llueve, leyendo el tiempo que pasa en los caminos de agua que cubren los adoquines.






Chi vediamo dopo. Tutti.
Chi vediamo dopo.



Aunque sea en Una Fábula de Venecia.

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