Voy a desatar un infierno, y luego voy a intentar la paz mental que no tengo en casa.
Voy a hablar con mi padre, y mi madre va a arrasar el mundo como si el infierno fuese su voz y el fuego su mirada; pero me da igual. Estoy, por una vez, una vez muy seria, mirando por mí; y no por ella.
Así que a lo mejor no llego a la boda de mi prima, que es en dos semanas. Si ese fuera el caso, al menos me libro de buscar un vestido de urgencia. Maldita gente que se pone el mismo que tú y maldito protocolo que dice que nada de clones.
El infierno está por llegar.
Y yo me aguanto un minuto en la barra. Y vivo fuera de casa, entrenando. Dibujando. Divirtiéndome. Echando de menos a la gente. Pero el infierno está por llegar, y tengo que respirar profundamente, sacar el coraje, las palabras adecuadas.
Y sobrevivir al desastre. Porque no voy a dejar que me arrase.
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