domingo, 6 de agosto de 2017

No title today

Tengo el móvil abandonado, y no debería.
Pero es que no puedo.
No puedo.
Sólo quiero dormir; llorar; irme. Irme, irme, irme.
Me han llovido llamadas de 30 minutos gritándome por todo porque la otra persona estaba cansada del calor, de trabajar y de discutir con mi abuelo. Y el marrón es para mí. Porque sí, porque así es más fácil todo.
Me ha echado la bronca por provocar que a mi abuelo le diesen mareos y vómitos; y eso que él mismo dijo que era por el miedo de ir al dentista. Pero la culpa es para mí.
Me ha gritado porque dije que subiría a dormir, recoger y limpiar; y resulta que he subido a dormir, recoger y limpiar.
Y ni mi abuelo, ni Toñi, ni Vicente, ni Alejandro ni yo entendemos que ahora, mi tía, me trate peor que un trapo usado para el polvo.

Y yo no tengo ni siquiera ganas de coger el móvil, ahora que por fin puedo, y volver a hablar con mis niñas. Porque estoy tan echa polvo, que ni yo misma me creo que haya quien quiera hablar conmigo.

Qué asco de semana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario