Tengo el móvil abandonado, y no debería.
Pero es que no puedo.
No puedo.
Sólo quiero dormir; llorar; irme. Irme, irme, irme.
Me han llovido llamadas de 30 minutos gritándome por todo porque la otra persona estaba cansada del calor, de trabajar y de discutir con mi abuelo. Y el marrón es para mí. Porque sí, porque así es más fácil todo.
Me ha echado la bronca por provocar que a mi abuelo le diesen mareos y vómitos; y eso que él mismo dijo que era por el miedo de ir al dentista. Pero la culpa es para mí.
Me ha gritado porque dije que subiría a dormir, recoger y limpiar; y resulta que he subido a dormir, recoger y limpiar.
Y ni mi abuelo, ni Toñi, ni Vicente, ni Alejandro ni yo entendemos que ahora, mi tía, me trate peor que un trapo usado para el polvo.
Y yo no tengo ni siquiera ganas de coger el móvil, ahora que por fin puedo, y volver a hablar con mis niñas. Porque estoy tan echa polvo, que ni yo misma me creo que haya quien quiera hablar conmigo.
Qué asco de semana.
Pero es que no puedo.
No puedo.
Sólo quiero dormir; llorar; irme. Irme, irme, irme.
Me han llovido llamadas de 30 minutos gritándome por todo porque la otra persona estaba cansada del calor, de trabajar y de discutir con mi abuelo. Y el marrón es para mí. Porque sí, porque así es más fácil todo.
Me ha echado la bronca por provocar que a mi abuelo le diesen mareos y vómitos; y eso que él mismo dijo que era por el miedo de ir al dentista. Pero la culpa es para mí.
Me ha gritado porque dije que subiría a dormir, recoger y limpiar; y resulta que he subido a dormir, recoger y limpiar.
Y ni mi abuelo, ni Toñi, ni Vicente, ni Alejandro ni yo entendemos que ahora, mi tía, me trate peor que un trapo usado para el polvo.
Y yo no tengo ni siquiera ganas de coger el móvil, ahora que por fin puedo, y volver a hablar con mis niñas. Porque estoy tan echa polvo, que ni yo misma me creo que haya quien quiera hablar conmigo.
Qué asco de semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario