miércoles, 12 de julio de 2017

Ven obligada, pero pon buena cara

Sencillamente genial, magnífico, fantabuloso.
Me obligan de forma pasiva a venir a un sitio que aborrezco, como todos los años.
Una vez allí, ataques sutiles pasivo-agresivos. Respira.
Me obligan a ir a un sitio que, no es que aborrezca, si no que odio. Y con la charla de "todos hacemos cosas que no nos gustan de vez en cuando, piensa en los demás". Y pidiéndome que ponga buena cara porque "encima que vamos todos juntos a hacer cosas que nos gustan, no vas a estropearnos el día, ¿no? ¿No te importa lo que piensen los demás?". Pues no, no me importa y espero que se den cuenta de mi cara de mala leche y disgusto. Que encima que vengo obligada, me tocará sonreír. Ya.

Y aquí estoy, en la playa de una ciudad que ni me gusta, ni me ha gustado, ni me gustará. Con gente que me hace venir a disgusto, y mucho. Pasando un calor que odio. Porque no hay más hora para ir a la playa que las doce y media, la una. Mediodía. Encogidita en un trozo de sombra compartida, porque era muy necesario que yo viniese; a lo mejor la playa se negaba a seguir en su sitio si yo me quedaba medianamente a gusto en la caravana. Sola. Leyenda. A la sombra. Era muy necesario, sí.


Como luego me digan algo, juro que salgo en las noticias. A mí me meten en la cárcel hoy, a este ritmo.
Y más pronto que tarde.

Y no tengo ni siquiera skype o telegram para ponerme en contacto con mi dama y mi dragona y así poder escaparme un poco.


Quiero que el día de hoy desaparezca.
El año que viene, les van a dar por saco a todos. Yo no vuelvo. Jamás.



Odio esta ciudad, este sitio, esta playa y aún odio más venir en estas fechas y con media familia.

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